En el siglo XVI, fracasada la asimilación se opto por la vía de la imposición radical de las costumbres cristianas a los moriscos. Se produce la sublevación de Aben Humeya, nombrado rey, que fue reprimida duramente por lo mejor de los tercios españoles al mando del mismo don Juan de Austria. En tiempos de Felipe III se decreta la expulsión de los moriscos, con graves consecuencias para la agricultura.