Julie viaja a La Rochelle, una ciudad portuaria en la costa atlántica con una arquitectura muy bien conservada, relatando su prestigioso pasado de la época en que dominaba el comercio marítimo. Se pueden admirar sus murallas, pero también sus arcadas, casas con entramado de madera, hermosas mansiones privadas de armadores construidas con la famosa piedra blanca de Charente, que da toda esta luz a la ciudad. En el banquete prueban mejillones con Pineau, Charentais y Poitevin rellenos, así como un postre típico, tarta de queso.