Carlos del Amor visita al escultor Jaume Plensa en su taller de Sant Feliú de Llobregat, un lugar mágico en el que sus famosos rostros esperan pacientemente ese destino que les hará colonizar los rincones más bellos del mundo. Flanqueado por algunas de sus últimas esculturas, Plensa reflexiona sobre la necesidad de captar el momento. Para él lo importante es transmitir un estado de ánimo. Defiende su obra como una invitación a buscar ese silencio interior que nos aísle del ruido y la contaminación. Lo importante está en esa biblioteca de Alejandría que todos llevamos dentro. La matemática del espejo revisita algunas de sus obras más emblemáticas. Desde su primera gran instalación en Chicago en 2004 a la escultura de 24 metros que desde 2021 mira al bajo Manhattan desde el río Hudson. Una joven con el dedo en los labios que llama a la autorreflexión.