Vero, que se ha convertido en el lazarillo de Carmen, empieza a intervenir en los negocios. Julia cree que Carmen ya no confía en ella y decide actuar por su cuenta contra Enrique. Todo se debe a que Carmen, viéndose ciega y acorralada, ha trazado un plan desesperado para defender a su familia. El hundimiento del imperio va a afectar también a Antonio y Teresa, justo cuando más recursos necesitan para evitar que Nino vaya a la cárcel. Jacobo, agobiado por la alternativa y por la culpabilidad, parece al borde de la autodestrucción.