En el centro de Sudáfrica, existe una tierra que antaño fue un mar interior y que ahora es una vasta planicie árida y calurosa. El parque Nacional de Karoo ocupa más de ochocientos kilómetros cuadrados dedicados a la protección de la fauna salvaje. La vida allí está marcada por la disponibilidad de agua y todas las plantas y animales que viven en ese mundo se han adaptado a sus condiciones semidesérticas. El agua es el elemento determinante y toda la vida se somete a su ritmo.