La aprobación en el parlamento alemán del abandono definitivo de la energía nuclear para 2022, supuso el triunfo de un movimiento que llevaba décadas luchando para conseguir ese objetivo. Pero aún queda pendiente un problema sin solución a corto plazo: el de los desechos nucleares, que afecta de forma especial a Wendland, una pequeña e idílica región situada en el estado de Baja Sajonia donde, en los años 70, se decidió establecer un cementerio nuclear en un domo salino. Desde entonces, la mayoría de la población lucha de forma pacífica y creativa contra dos gigantes: la industria nuclear y el estado alemán. En Portada ha viajado hasta allí para retratar el movimiento cívico a través de sus protagonistas