Las guerras, la dictadura y la violencia han impedido que Irak desarrolle una industria cinematográfica. Hacer cine entre bombardeos y atentados supone una auténtica proeza. A Mohamed Al-Daradji y a su equipo los secuestraron, los torturaron y los metieron en prisión mientras rodaban su largometraje. A pesar de todo, Mohamed Al-Daradji y otros cineastas han hecho posible lo imposible. Han creado el Centro Independiente de Cine Iraquí.