Monseñor Óscar Arnulfo Romero aseguró que El Salvador no es un callejón oscuro, que tiene salida. Seguramente la tiene, pero una clase política incapaz y unas pandillas salvajemente violentas se empeñan en no ver esa salida. El Salvador vivió un espejismo de seguridad durante el tiempo que duró la tregua de 2012 firmada por las tres grandes pandillas, la Mara Salvatrucha y las dos escisiones de Barrio: la 18 sureños y la 18 revolucionarios. La tregua reventó a los dos años y desde entonces la violencia ha sido imparable hasta convertir al país en el más violento del mundo, por delante del vecino Honduras.