En Indonesia, sobre todo en las islas de Borneo y Sumatra, en las últimas décadas han proliferado los incendios, en su mayoría provocados, para el posterior cultivo de palmas aceiteras, de las que se extrae el aceite vegetal más consumido en el mundo. En 2015 las llamas devoraron 1,7 millones de hectáreas de bosque, una superficie equivalente a la provincia de Zaragoza. La mitad de los incendios se produjo en turberas, que, al arder, desprenden diez veces más CO2 que los incendios forestales. La niebla tóxica afectó a varios países del Sudeste Asiático y causó decenas de muertes directas y unas 100.000 muertes prematuras. La isla de Borneo alberga casi la mitad de las plantaciones de palma aceitera que hay en todo el mundo y tiene el mayor índice de deforestación del planeta. La rápida desaparición de bosques y turberas está poniendo en peligro crítico de extinción a especies protegidas, como el orangután. También está afectando a la forma de vida de la población local, incluidos algu