Reencuentros con ciudades, con carreteras, con paisajes y sobre todo con personas. Y reencuentro también con el absurdo balcánico. Con esa forma de abordar la vida sospechando del vecino, con esa estrategia de atomización que arranca con el bloque que se independiza del barrio, el barrio de la ciudad, la ciudad de la comarca y la comarca del país.