Miquel Silvestre llega a Indonesia en un barco casi de piratas y recorre algunas de la islas más grandes, remotas y salvajes del planeta. Caminos destruidos, lluvia tropical, ausencia de comodidades pero el litoral más puro que jamás haya visto. Su recorrido termina en la gran urbe de Yakarta, que fuera en tiempos Batavia, la capital holandesa de sus colonias en Asia.