Miquel Silvestre y su nuevo amigo Oleg se despiertan en la yurta del desierto del Gobi y se adentran en el páramo por pistas de arena para ver los caballos salvajes. Luego toman la carretera asfaltada que va a la capital de Mongolia pero pronto se convierte en un infierno de polvo, piedras y tráfico pesado. Los aventureros tendrán que sufrir para alcanzar su destino, Ulan Bator, que los recibe con calor, atascos y la estatua de Marco Polo.