Miquel Silvestre ha tenido que comprar algunas prendas en un típico mercadillo de pueblo ya que no le quedaba nada de ropa limpia, y al sitio al que se dirige se merece el mejor aseo y compostura. Se dirige a un lugar que aúna lo sagrado con lo mitológico y espera ver pronto su abrupto perfil descollando en el horizonte. Y llegamos a Meteora, una famosa población griega por sus monasterios ortodoxos en lo alto de formaciones kársticas y por haber sido plató de una película de James Bond.