Los niños de Miranda de Ebro son los únicos que creen a pies juntillas que el bombo permanece todo el año bajo el agua del Ebro. Pocas horas antes del bombazo oficial se realiza expresamente para ellos un bombazo txiqui, pero aun así, cuando el bombo emerge del río ante el júbilo de las cuadrillas esa misma tarde, los menores están igualmente presentes. Se trata de una fiesta de todos, cien por cien popular. No la organiza el ayuntamiento, ni la Iglesia, sino los mirandeños y mirandeñas agrupados en una cofradía: la de San Juan del Monte.