Es momento de comenzar a instalar los campos de altura. Eso exige superar la temible cascada de hielo, un gigantesco laberinto de bloques de nieve y hielo e interminables grietas. Edurne, Asier, Nacho y Ferránescalan muros de hielo, caminan en equilibrio sobre frágiles bloques de nieve recién congelada y trepan sobre las escalas que permiten superar las grietas. Vertiginosos planos subjetivos nos muestran lo que el escalador ve, el abismo bajo sus pies. Comienza así el trabajo de escalar el Everest sin oxígeno, una labor de equipo, de esfuerzo conjunto, de días y días de avanzar muy poco a poco. La amenaza se esconde tras cada bloque de hielo, en el glaciar. Una avalancha, por la noche, destroza una de las escalas, impidiendo el paso. Hay que buscar otra vía. La cascada de hielo es un ser vivo. Superarla nos permite acceder al impresionante valle del silencio, donde Edurne y su equipo comienzan a encontrarse, por fin, en su ambiente, la montaña más alta del mundo.