En enero de 1982 se había instalado en España un clima de inseguridad: atentados, secuestros, robos. Y mientras muchos delincuentes seguían en la calle, Carlos continua en la cárcel, donde también se siente inseguro. Las relaciones con su compañero de celda, Salazar, se han deteriorado tras el intento fallido de fuga del capítulo anterior.