No siempre el individuo vive de espaldas a la naturaleza. Cuando se identifica con ella, el beneficio es mutuo. En el caso del bosque, su belleza fortalece al espíritu y su espacio es una fuente inagotable de vida. Los hombres se convierten, entonces, en los pobladores del bosque y el bosque, para poder desarrollarse, necesita a esos residentes. Pero la realidad está ahí, es dura. Son muchos más los bosques maltratados que los bien cuidados.Pero, en esta ocación, en el Año Internacional del Bosque, en Crónicas nos ponemos positivos y optamos por contar (más bien desvelar) las cosas que están bien hechas, en lugares como Monfragüe (Extremadura) o en Urbión (Castilla y León).