El quinto y último capítulo de Ciencia forense se centra en una noche de junio de 2005, cuando dos jóvenes aparecen brutalmente asesinados en la casa de una de ellas en Càlig (Castellón). Ella es una chica que emigró desde Cuba unos años atrás; él es un amigo que la ha acompañado a casa porque su coche se ha averiado. Ambos aparecen maniatados y con dos tiros en la cabeza. Los criminalistas de la guardia civil lo tienen claro: han sido ejecutados, pero ¿por qué? Sin indicios y sin móvil, la investigación sólo tiene un hilo del que tirar: la ceniza de un cigarrillo en el marco de una ventana.