Casi todos los castillos europeos escondieron tras sus muros una buena colección de objetos de valor. Dos de estos castillos tienen orígenes bien distintos y contuvieron tesoros de diferente valor. Del castillo de Almourol, en Portugal, se dice que pudo esconder el legendario tesoro templario. Más lejos, en Alemania, y más tarde en el tiempo, descubrimos el palacio de Lichtenstein, que guarda la tremenda colección de quien decidió su reconstrucción, uno de los duques de Wurtemberg. Es uno de los castillos más reconocibles de Europa por su espigada torre en un escarpado precipicio.