A lo largo de la historia la correspondencia ha sido un elemento fundamental para el intercambio de información entre científicos. En el siglo XVIII, los botánicos españoles de una expedición al Virreinato del Perú, firman una carta-informe de 1777 al Marqués de Gálvez hablando de los descubrimientos de nuevas plantas. Mario Marzo es el joven actor que pone voz a los botánicos autores de la carta. En la segunda carta, José Sacristán interpreta a Santiago Ramón y Cajal que, ya en la vejez y con la preocupación del futuro de sus investigaciones, escribe en 1926 a su discípulo más joven y brillante, el otoneurólogo Rafael Lorente de Nó.