Viktor, agradecido a Julio por su ayuda, le regala un valioso grabado, que Julio revende para financiar el viaje de Pelayo a París. Pero también se queda un pellizco para intentar convencer a Héctor y Bonilla de que oculten en la oficina, durante unos días, a un fugitivo de la justicia que él tiene provisionalmente refugiado en casa.