Joachim consigue eludir el peligro de Carreño a base de darle la razón en todo. Envalentonado, Carreño sigue bebiendo en el Asturiano. Marcelino, que, tras muchas dudas y espoleado por su padre, se ha decidido a hablar con Andrés para renunciar al piso apalabrado, tiene cuando regresa al bar que soportar a Carreño para que éste no la tome con su familia. Finalmente tanto este asunto como el del piso se resuelven favorablemente. Eulalia no puede dormir y teme en secreto que el estado de su hija dependa de algo más grave que de su quebradiza salud. Lorenzo encuentra por fin a Carreño, que se acredita de nuevo como una persona despreciable. Casares, encolerizado por el asesinato de un compañero policía, somete la vivienda de Ubaldo y la tienda de discos a un exahustivo registro. Adelina se siente sola e impotente, y se hunde aún más al darse cuenta de que su tiempo ha pasado.