Solo la presencia de Clementina logra evitar que se derrumbe. Marta pone a Ana al corriente de sus temores sobre lo que Encarna está tratando de hacer con ella pero Ana logra convencerla de que todo son imaginaciones suyas. Simón ve cada vez más cerca su viaje para poner tierra entre él y Carmen. Encarna observa con desagrado el tímido acercamiento que se ha producido entre Ramón y Marta. Encarna obliga a Ramón a escuchar toda la verdad sobre lo que le hizo a Abelardo. Ramón, torturado, se va de casa y acaba en los Almacenes donde presa de ira destroza el retrato de su padre. Los empleados de los Almacenes Rivas han quedado fuera de la selección para las demostraciones sindicales. José María achaca la descalificación y la mala suerte al trofeo maldito que le encasquetaron Simón y Pelayo. Alfonso pone a Ana al corriente del ataque de ira que su padre tuvo la noche anterior y del que fue testigo.