Según le explica a Paloma, Amador abandona sus pretensiones sentimentales después de enterarse de que su padre está enamorado de ella. Ildefonso, hundido tras el rechazo de Paloma, se consuela con la confirmación del futuro matrimonio entre su hijo y Clarisa. Paso de tiempo: tres meses después (marzo de 1946). Está a punto de vencer el plazo para la ejecución del desahucio. Paloma, amargada por el recuerdo, no quiere saber nada de Amador, pero constantemente se producen coincidencias que se lo recuerdan. Angel, que ya ha sido ordenado sacerdote, se queda como coadjutor en la parroquia del barrio y oficiará la boda de Sito. Aunque condenadas a convivir, Enriqueta y Manolita no se soportan. El nerviosismo de la familia de Pablo aumenta, aunque Ernesto intenta tranquilizarlos. Pero cuando llega el momento de la verdad, el as que Ernesto se guardaba en la manga no es tal. Ernesto no localiza al testigo: no van a poder parar el desahucio.