Ildefonso se entera por la tata Micaela de que Amador ha puesto tierra de por medio, y le restituye el dinero prestado a su hijo. A la indignación por su falta de nobleza, se une la tranquilidad de saber que ha desaparecido, al menos por un tiempo. Pablo, preocupado por la rivalidad entre sus hijas, pide a Elisa que se reconcilie con Carlota. Pero la amistad de Loli con Elisa vuelve a ser motivo de discordia. Mientras Elisa busca el consejo de Rosario, Carlota halla consuelo en su nuevo director espiritual, Ángel. El joven coadjutor, a su vez, sufre la frialdad de un despechado don Senén, y se refugia en su amiga Sole, con quien cada vez tiene más intimidad. Loli se inmiscuye con naturalidad en los ensayos de Ramiro con Elisa. El pianista aconseja prudencia a Elisa: en este mundillo, abundan las puñaladas por la espalda, y siempre las dan personas a las que se suponía amigos. Tal y como Pelayo vaticinase, las cuentas del bar empiezan a flaquear: el menú de funcionarios no deja benefici