El Comisario quiere casarse con la Marquesa para hacer de ella una infeliz. Lucrecia está dispuesta a aceptar su propuesta con el objetivo de convertirse en reina, pero la última condición impuesta por Hernán es inadmisible para a ella: dejar de ver a Gonzalo para siempre. Antes de firmar el contrato prematrimonial, la Marquesa intenta desesperadamente que Gonzalo demuestre que siente algo por ella. El maestro se muestra impasible ante los ruegos de Lucrecia, limitándose a aconsejarle que no se case con el Comisario.   El tío Emilio es una constante fuente de tensiones en casa de Gonzalo, sobre todo ahora que están a punto de descubrir su verdadera identidad. La gota que colma el vaso llega cuando envía a Alonso a comprar una droga en una zona muy conflictiva de la Villa.