Colón, una ciudad panameña situada en uno de los extremos del canal, es un ejemplo tan triste como ilustrativo de cómo un sistema económico al servicio de unos pocos puede devastar una comunidad que parece tener todos los ases de la prosperidad bajo la manga. En medio de un paisaje urbano degradado, lo único que parece prosperar es la desigualdad, la pobreza y el crimen organizado, en el que muchos jóvenes ven acaso el modo de arañar algo de esa riqueza que pasa de largo sin siquiera rozarlos.