Bailan por las calles para protestar contra los valores más tradicionales de la sociedad de Siria. Tallan obras de arte en los muros de túneles cavados por los terroristas. Tocan música, reparan instrumentos, dirigen orquestas en un Damasco devastado por la guerra. Con su labor, los artistas sirios que se quedaron en su país en los años más duros no solo conmemoran la resistencia de su pueblo, sino que también celebran la vida y el amor por su patria, que está resurgiendo de las cenizas.