Israelíes y palestinos llevan décadas en conflicto, y a estas alturas la paz parece más lejos que nunca. Pero en Israel hay quien aún no ha tirado la toalla: hombres y mujeres educados en la hostilidad desde pequeños, primero por sus familias y más adelante por el propio conflicto, que les arrebató a sus seres queridos. ¿Pueden superarse semejantes enseñanzas para arrojar una mirada compasiva y comprensiva sobre el otro? Depende, en el fondo, de cuánto se desee la paz.