Puerto Rico. Un paraíso natural acosado por una deuda pública descomunal que lo empuja hacia una progresiva pérdida de independencia. Un estado muy asociado, que cada vez parece menos libre: Estados Unidos, principal acreedor del país, le impone, además, duras medidas de austeridad. Mientras que unos pocos soñadores siguen pensando en la forma de distanciarse del coloso estadounidense como solución a la crisis, 200 puertorriqueños al día pierden la esperanza y emigran al poderoso vecino.