No todas las heridas que reciben los veteranos de guerra estadounidenses son visibles. Al regresar a su patria la mayoría afronta sus traumas con tratamientos farmacológicos que todo lo que logran es acabar de quebrantarlos. Pero hay un lugar en Nuevo México en el que la única terapia es el contacto con la naturaleza y la interacción con otros seres humanos; un lugar donde vuelven a sentirse útiles.