En Israel, al igual que en muchos países del mundo, las leyes de protección a las mujeres están justificadas: pretenden evitar más agresiones, violaciones y muertes a manos de sus parejas, exparejas o de cualquier hombre. Pero en este país, su severidad ha creado una situación paradójica por la que algunos hombres inocentes sufren las consecuencias de falsas acusaciones. En ocasiones incluso con duras penas de prisión que se prolongan hasta que logran demostrar su inocencia.