La tozudez de Adriana desespera a Diego: se le ha metido entre ceja y ceja confesar su participación en el robo de las joyas Kaussman como única forma de aliviar la situación de su padre. Tras mucho estrujarse el cerebro, Diego recurre precisamente a Claudio, que es quien consigue convencer a Adri. Para alegría de Diego, ella decide dejar las cosas como están, hasta que un papelito muy comprometedor se desliza de la chaqueta de su marido.