Álvaro está decidido a ayudar a Carmelo a salir del apuro en que se halla, para lo cual pone todos los medios que tiene a su alcance. Sabe que es sólo una cabeza de turco y que a quien de verdad quieren hundir es a él. El joven director revisa los informes del accidente y comienza a sospechar que la lesión de Diego es ficticia.