Un nuevo jugador entra en la partida, alguien que quizás pueda ser el asesino y el responsable de todo lo ocurrido: Aganzo, el dueño de Ralson, la empresa de envases farmacéuticos que se ha convertido en dueña del mercado después de la caída de Prolab.
Aganzo es parecido a un fantasma: nunca ha sido visto en público, no existen fotografías suyas y su biografía es un enigma. Natalia está decidida a descubrir su identidad, convencida de que quizás todo lo ocurrido haya sido orquestado por el misterioso empresario.