Tras su detención, Marco es condenado a once meses de prisión. Mientras comparte celda con Pablo, intenta ponerse en contacto con la policía italiana, pero su ayuda no llega hasta que finalmente le ofrecen una salida. El mecánico deberá declarar en contra de Aurelio y entrar, junto a su familia, en un programa de protección de testigos. Pero él lo único que quiere es que todo el mundo sepa el porqué de sus actos.