En el Central ingresa Mario, treinta y tantos, porque se ha sentido indispuesto mientras estaba comiendo en un restaurante. Está mareado, ha vomitado, le duele la espalda. Al poco rato llega su mujer al hospital. Alba, aproximadamente de su misma edad, enseguida se muestra nerviosa, espera que sólo se trate, como parece, de algo de lo ingerido le haya sentado mal. La mala costumbre de comer fuera, con las compañeros de oficina.