El desconcierto se apodera de los policías a medida que pasa el tiempo y los secuestradores de los bebés siguen sin dar señales. Ni siquiera han pedido un rescate, lo que desespera a los familiares de los secuestrados. Un frío inspector de la brigada pasa a hacerse cargo de la investigación. Es un hombre que trabaja con su propio equipo, por lo que Pope y Charlie serán apartados del caso.