La gravedad de los acontecimientos derivados de la infiltración de Pope en el clan de Quiroga y la frontal oposición del comisario Castilla a un episodio similar no serán suficiente argumento para que Uralde encomiende a Lucas una nueva misión encubierta. A pesar de las medidas adoptadas para controlar a Quiroga tras el fallido atentado contra Gerardo y su familia, el mafioso no ceja en su empeño de actuar desde la cárcel y planea fugarse ayudado por los hombres más poderosos del cartel que dirige.