Samanta Villar deja de comer durante tres semanas para explorar los cambios físicos y psíquicos que se sufren. En su experiencia convive con personas que padecen enfermedades como anorexia o bulimia. Samanta sigue un riguroso control médico desde la Unidad de TCA (Trastornos de la Conducta Alimentaria) de un hospital madrileño.