La Revolución Islámica, según sus promotores, más que otra cosa, fue una revolución cultural. Y si el levantamiento buscó el cambio del régimen, fue para sentar las bases de este cambio cultural. Para los revolucionarios, la cultura, entendida como la manera de vivir de una nación y sus valores, debía ser independiente de cualquier potencia. Los dirigentes de la Revolución, rechazaban que los jóvenes musulmanes iraníes siguieran el ejemplo de vida de Occidente. Sostenían que la sociedad iraní debía rebelarse contra el imperio cultural de Occidente, que trataba de dibujar el modelo occidental como la única alternativa de desarrollo. Se debía cortar la dependencia cultural y la falta de autoconfianza entre los jóvenes iraníes. Los dirigentes de la Revolución insistieron en que los iraníes debían apoyarse en sus capacidades y talentos propios para progresar. Una insistencia que, en las décadas posteriores, dio como fruto avances históricos en la ciencia y la tecnología, entre otros camp