Francis es un adicto a las antigüedades y los cacharros viejos. Desde niño anda guardando artilugios desechados por el tiempo o por sus propietarios, quienes, vecinos casi todos ellos del pueblo, le han ido regalando aquello que no les servía para que Francis les diera una segunda vida. Su casa y su doblao almacenan cientos de objetos, cada uno de ellos con su propia historia detrás. A Rafael le gusta recuperar trastos viejos y convertirlos en tesoros aplicándoles técnicas de restauración. Su filosofía es que las antigüedades merecen respeto y arreglándolas se les devuelve el esplendor que tuvieron en el pasado. Su casa de Fuente del Arco, no sólo conserva un taller, sino que guarda entre sus pareces tesoros de familia y recuerdos de la gente del pueblo.