Llegar a Serradilla supone empezar a escuchar por las calles "el serraillanu", un dialecto del que el pueblo se siente muy orgulloso. Tanto es así que los panaderos del pueblo nos contarán cómo se rodó un largometraje amateur para preservar esta herencia lingüística. Trini chapurrea entre risas la historia de la calle en la que vive, por donde antiguamente se escapaban los maquis al monte. En la dehesa conoceremos a Casimiro que con su cuadrilla están podando las encinas para luego hacer picón. Esteban nos abrirá las puertas de su fábrica de harinas que tiene maquinaria de más de setenta años y nos reiremos a carcajadas con "Las Comiconas", un grupo de teatro pero que muy particular.