Pilar y su marido, como muchas parejas en toda la región, se carteaban casi a diario mientras él realizaba la mili. Este vecino de Cabeza la Vaca estaba destinado en Canarias, pero esto no fue problema para mantener viva la llama del amor. Tanto ella como él se mandaban cartas en las que, en ocasiones, incluían un par de billetes bien ocultos para que no fueran requisados. “Antes con cinco pesetas comprabas mucho”. La correspondencia también iba cargada de mucho amor. “Mi corazón está tan triste que apenas puede latir. Si tú estuvieras conmigo volvería a sentir el valor que le faltó cuando me alejé de ti”. El Tinder de la época.