Las lluvias desajustan la programación y las labores del campo, teniendo que estar, continuamente, pendiente de las condiciones atmosféricas. Una vez recogida la cosecha, Sara se aproxima a Amador para preguntarle qué tal le ha ido. Y, aunque no ha sido una catástrofe, en esta ocasión, ha sufrido pérdidas. La realidad del campo extremeño es más dura de lo que alguien, ajeno o ajena a esta profesión, pueda imaginarse. Un trabajo y un esfuerzo diario, para que el resto de las personas podamos disfrutar de un producto de calidad en cualquier mercado de hortalizas.