Las Villuercas y los Ibores comparten historias de altas montañas en las estribaciones de los Montes de Toledo. Rocas de cuarcita que se elevan sobre la penillanura y se desgajan, derramándose sobre sus esquistos y pizarras. Cumbres blancas, azotadas por el frío y la nieve. Cuentos de templos romanos y los dioses que adoraban, para los que levantaban monumentos que no pudieron ser igualados hasta mucho tiempo después. En esta zona las piedras han servido para levantar templos desde antiguo, así lo atestiguan las huellas romanas, pero también en los tiempos más recientes como Guadalupe, la basílica de la patrona de las américas.