En enero de 2012, en una casa de la calle Muñoz Torrero, en Badajoz, la policía encuentra a dos jóvenes muertos de forma violenta y un tercero herido de gravedad en una pierna con un arma blanca. El herido asegura que ha matado a uno de ellos en defensa propia, tras descubrir cómo había sido asesinado su compañero de piso.
La mañana del 5 de junio de 1925 los vecinos de la calle Espronceda, en Badajoz, vieron con sorpresa cómo la policía detenía a un hombre conocido en el barrio. Los agentes que le conducían por la calle se mostraban horrorizados. En el pequeño cuarto de una vivienda habían encontrado una de las escenas más macabras de la crónica negra extremeña.