La pintura ilustra el muro de un colegio de Alburquerque honrando a un erudito local, haciendo visible lo invisible ante los ojos abiertos del viandante. En grandes letras de colores, la oración que ilumina a un colectivo de mujeres y hombres, habitantes de una villa histórica. La tarea de hacer historia, grande o pequeña puede parecer intrascendente, incluso arbitraria. Pero es un dilema claro: si no se hace, es como si nada ni nadie hubieran existido. Si se hace, el pasado deviene patrimonio, conocimiento que permanece también para las siguientes generaciones.