Mérida, futura capital de la Lusitania, aún no existía. Tampoco se había labrado aún la Villa de Torre Águila. Pero las legiones romanas, cada una de las cuales movilizaba en torno a 11.000 hombres, estaban ya entre nosotros.
Soldados, esclavos, colonos,… el Impero Romano había llegado o estaba ya viajando, por caminos y barcos, hacia nosotros. Hacia otro “nosotros”.