Contra cualquier pronóstico de tiempo y espacio, trabaja en Badajoz un maestro artesano con su perfil a cuestas, el que le exige ser a la vez técnico y artista. Y lo hace en un taller en la castiza Plaza de Cervantes, o de San Andrés, quiera cada cual llamarla como quiera. El artesano nació en el Estado Libre de Baviera, en Alemania, y por su oficio se ocupa del vidrio, es decir, de planificar, diseñar y crear obras mediante ese material inorgánico duro, frágil, transparente y amorfo que se encuentra en la naturaleza y además se crea artificialmente por el ser humano. La historia profesional del vidriero comenzó con una ruptura, la de un espejo que perdió su forma. El azar le llevó hace décadas a un arte de paciencia y tradición, cuya misión es desafiar al tiempo y sus fracturas.